¿Podemos vencer al dolor?
CONOCE DE QUÉ SE HABLÓ EN EL IV FORO ‘TEÓFILO HERNANDO’ DE JÓVENES INVESTIGADORES
Con este sugerente título, el profesor de la Universidad de Granada Enrique J. Cobos del Moral impartió el pasado miércoles 20 de febrero la cuarta conferencia del Foro “Teófilo Hernando” de Jóvenes Investigadores, en la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANM).
El dolor nos acompaña durante toda la vida y los fármacos analgésicos juiciosamente prescritos y bien utilizados, nos ayudan a vencerlo.
En muchas ocasiones, sin embargo, los medicamentos no pueden con él; es el caso del dolor neuropático, así llamado porque lo produce una lesión de un nervio. Es el caso de la frecuente neuropatía diabética dolorosa periférica, del dolor secundario a los potentes quimioterápicos anticancerosos paclitaxel o cisplatino, el que sigue a un cuadro de ictus o el que acompaña al herpes zóster.
Con un esquema meridianamente claro, el doctor Cobos ilustró un ejemplo de dolor neuropático producido por la inyección intradérmica de capsaicina en el antebrazo.
La capsaicina, una neurotoxina que se encuentra presente en los pimientos picantes, se utiliza tópicamente para tratar el dolor neuropático periférico de la diabetes o del herpes.
Debido a una inumnodepresión, hace unos años amanecí con unas pequeñas vesículas en mi costado derecho, que no tuve dificultad en diagnosticar el virus del herpes zoster que las producía. Sabía el sufrimiento que me esperaba: no podía ponerme la camisa, tenía que dormir apoyado en el costado derecho pues el simple roce con la sábana era una tortura y me encontré atrapado durante diez días sin poder hacer vida normal. El médico me prescribió por vía oral el antiviriásico aciclovir, el antiepiléptico pregabalina y por vía tópica la capsaicina en pomada. Cuando me puse la capsaicina sentí un dolor tan agudo, que casi no me dejaba respirar ni moverme. Aunque la idea de la capsaicina tópica era causar la destrucción de las terminaciones nerviosas que captan la sensación dolorosa, me sentí incapaz de repetir la experiencia y la abandoné. La consecuencia fue la exacerbación de esa sensación que no es propiamente dolor, aumenta la sensibilidad dolorosa, y se ha dado en llamar alodinia.
Pues bien, volvamos al experimento que describía el dolor Cobos, publicado en la revista clínica “The Lancet”:
Al inyectar intradérmicamente la capsaicina, se produce un intenso dolor agudo en el lugar de la inyección, que desaparece en segundos. Sin embargo, poco después, cuando el dolor agudo se ha desvanecido, la zona de la piel que rodea al punto de inyección se vuelve hipersensible a cualquier contacto, incluso al de una brisa de aire frío, en palabras del doctor Cobos.
El joven doctor Cobos y su grupo remedaron este experimento aplicando acetona en una zona de la piel de un ratón; al evaporarse, la acetona produce localmente una señal dolorosa, que es mucho más intensa si la piel se ha inyectado previamente con capsaicina. Y ahora viene la idea central del hilado discurso científico de Enrique:
Si antes de la capsaicina el animal se inyecta con un fármaco que bloquea un misterioso receptor llamado sigma-1, el efecto alodínico de la capsaicina desaparece.
Pero el experimento, que el doctor Cobos tildó de “muy bonito”, no termina aquí. Si se repite en un ratón con una delección génica que suprime la expresión del receptor sigma-1, la capsaicina tampoco genera dolor alodínico. Es decir, para que una lesión de un nervio genere alodinia, se precisa la presencia del receptor sigma-1. La proyección clínica de este intrigante hallazgo no se hizo esperar.
Los “Laboratorios del Doctor Esteve” de Barcelona, establecieron hace años un acuerdo de colaboración con el grupo que creara el profesor José Manuel Baeyens en el Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada.
En el marco de este proyecto de colaboración universidad-empresa, tan esencial en el complejo campo pluridisciplinar de la I+D del medicamento, los doctores Baeyens y Cobos, con su numeroso grupo de colaboradores, identificaron una molécula, bautizada como S1RA, que se encuentra en fase II de ensayos clínicos en enfermos que padecen dolor neuropático.
Un maravilloso ejemplo de proyección a la clínica de la investigación básica de laboratorio; y también, un ejemplo preclaro de la necesaria colaboración entre investigadores básicos y clínicos, entre investigadores de instituciones públicas y privadas.
Hubo muchos más matices científicos en la conferencia del profesor Enrique Cobos. Solo quiero referirme a uno, relacionado con el receptor sigma-1 y otro tipo de receptores, los opioides, que se activan en situaciones de estrés violento por opioides endógenos tipo morfina, las denominadas endorfinas. Estas sustancias proteicas, y sus derivados peptídicos más pequeños, sirven una función bien clara y es la de ayudar a la adrenalina y los corticoides para escapar o combatir, para sobrevivir a las emergencias. Pues bien, Enrique mostró algunos elegantes experimentos de su laboratorio que sugerían algo realmente sorprendente: los antagonistas del receptor sigma-1 potencian drásticamente la eficacia analgésica de los opioides endógenos.
El Foro “Teófilo Hernando”, con tan solo un año de historia, está poniendo en evidencia la necesidad de dar voz a los jóvenes investigadores que, en España, hacen una investigación de excelencia con proyección internacional y de altísima calidad. Darles voz vale tanto como aumentar los mezquinos presupuestos que España dedica a la ciencia; es hacer valer la imperiosa necesidad de crear una carrera científica que contribuya a estabilizar a nuestros jóvenes investigadores y puedan así desplegar todo su potencial creativo.
Nuestra Fundación Teófilo Hernando, que creó este Foro en colaboración con la RANM, está contribuyendo a dar voz a esta pléyade de jóvenes investigadores que, en sus laboratorios de toda España, trabajan en silencio para mejorar el bienestar y la salud de nuestra sociedad.
Démoslas voz para que demuestren que, entre otras cosas, podemos vencer al dolor.
Antonio G. García
Catedrático emérito de Farmacología UAM
Presidente de la Fundación Teófilo Hernando
Vea la conferencia completa del Dr. Enrique J. Cobos:
“¿Podemos vencer al dolor? Antagonistas sigma-1: una nueva clase de analgésicos neuromoduladores”